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lunes, 6 de mayo de 2013

Las “furlane” venecianas

Italia es famosa por la calidad de sus zapatos, que se venden en todo el mundo, y una de sus ciudades más visitadas, Venecia, es un claro ejemplo de ello.



Una de las tiendas más famosas es la de Giovanna Zanella. Esta diseñadora trabaja el cuero con sus manos en su propia tienda y manteniendo las técnicas de su oficio a la vieja usanza, diseña y elabora calzado exclusivo para hombres o mujeres, hecho a medida y según sus palabras “con su propio carácter irrepetible”.




Otro de los talleres más conocidos es el de Gabriele Gmeiner, en el que realiza diseños clásicos a mano hechos a medida con los mejores materiales. Su trabajo actual unifica el espíritu artístico y la mejor tradición de la artesanía. Aprendices jóvenes de todo el mundo ayudan en la producción y aprenden los secretos del arte en su taller.




Para precios más económicos, zapaterías convencionales como Fratelli Rossetti ofrecen cuidados diseños y calidad.


Y para los bolsillos más ajustados, siempre queda la opción de comprar unas “furlane” (el zapato de terciopelo típico de Venecia) en el mercado de Rialto.


La "Furlane" es un ejemplo típico de un objeto que contiene la historia, la cultura y la tradición y, que, al mismo tiempo, se proyecta hacia el futuro. De hecho, vienen de la cultura campesina de la campiña de Friuli, al final de la Segunda Guerra Mundial. Por razones económicas, se intentaba aprovechar al máximo todo lo que estaba disponible; los campesinos recurrían a gomas viejas de bicicletas para hacer suelas resistentes al agua y duraderas, y pedazos de sacos de yute usados para el transporte de semillas y granos y harapos de ropa vieja  para las partes superiores de los zapatos.


Si en ese momento el bajo costo de esta zapatilla hace que sea accesible a todos, en lugar de los zapatos de cuero entonces inaccesibles, su delicadeza especial pronto se convertirá en una ventaja, convirtiendo la necesidad en una virtud.

Se extienden rápidamente, gracias a la intuición de algunos comerciantes fruilianos, que con sus cestas de mimbre al hombro cruzaban los campos y las calles de Venecia vendiendo sus zapatillas, hasta que uno de ellos consiguió una autorización para abrir el primer puesto a los pies del puente de Rialto. Los gondoleros encontraron perfecto este calzado, con su suela de goma, para no arruinar la pintura de las góndolas.


Hoy en día, a pocos metros del magnífico puente, en la tienda Pied à Terre se pueden adquirir las viejas "Furlane" hechas a la manera tradicional, junto con las nuevas generaciones de zapatillas adornadas con terciopelo o con coloridas sedas orientales, todas cosidos a mano. Incluso puedes llevar tu propia tela para que te la adapten a las zapatillas deseadas.



Referencias:




  



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